loader image
La sistematización del maltrato

 

El maltrato y el abuso sobre los niños es recurrente, banal, cotidiano y común, aunque sólo cuando hay casos muy visibles, estamos dispuestos a reconocerlos. Lamentablemente tengo la sensación que aún no estamos listos para mirar de frente la sistematización del abuso porque tendríamos que cuestionar todo el sistema comunitario en el que vivimos. Es decir, tendríamos que observar el surco completo con la lógica que lo sostiene para percibir que el abuso, la represión, al maltrato y la dominación de los más fuertes sobre los más débiles es una misma cosa. Y todas estas dinámicas humanas tienen un único objetivo: el dominio y la acumulación de bienes. Si la sociedad patriarcal está basada en el patrimonio, las guerras son parte necesaria de este sistema. Y la guerra obligatoriamente es fratricida, es decir necesita que los hermanos nos matemos unos a otros con el único fin de obtener territorio, ganancias o poder. Para ello, necesitamos generar guerreros, es decir seres insensibles y capaces de matar. Eso es algo muy fácil de lograr: simplemente negándoles a los bebes y niños pequeños el cuerpo materno y el placer que ese contacto conlleva. No es verdad que nos importa el bienestar de nuestra cría. Por el contrario el propósito es que el niño sufra en la medida suficiente para que luego sea capaz de reaccionar con ira para dominar a otros.

 

Para todos nosotros, el amor es una necesidad fundamental. Un bebe que no ha sido

humanizado a través del amor y la sustancia materna al inicio de su vida, va a padecer un proceso de deshumanización con las consiguientes reacciones agresivas, ya que aprendió a adaptarse a un entorno carente en términos afectivos. Cada experiencia de vacío afectivo que sufre un niño humano ávido de cuidados y contacto materno, se suma a otras experiencias de muchos otros niños que se encuentran en las mismas  condiciones, hasta que esa desesperación se plasma en una escala colectiva.

 

Alice Miller ha escrito que los daños que se infligen durante la infancia, son crímenes de la Humanidad contra la Humanidad, ya que nuestros niños crecen almacenando la violencia que luego van a desplegar tal como la han recibido. Una vez que hayan alcanzado la adultez, ejercerán el poder contra los niños de la siguiente generación. La violencia se perpetúa gracias a la banalización de la falta de amor primario. Quiero decir, a ninguno de nosotros nos parece algo terrible ni nos horrorizamos con cada bebe que no encuentra el cuerpo de su madre mientras llora desgarradamente. Lo observamos cotidianamente alrededor nuestro y además nosotras mismas negamos nuestro cuerpo caliente a los niños. Simplemente estamos hartas de sus demandas. Nos aliamos con los demás adultos que nos dan la razón, y estamos de acuerdo que los niños tienen que comprender que no es correcto ser tan exigentes.

 

Podemos trabajar y ganar dinero. Podemos acceder a puestos de poder político o económico. Pero si las mujeres seguimos caminando por el surco ciego de la represión y las limitaciones del amor primario, si no reconocemos la represión y la dureza que paraliza nuestros cuerpos,  si no estamos dispuestas a escuchar nuestros latidos uterinos, si no ofrecemos nuestros pechos y nuestros brazos para el cobijo de la cría; entonces nos estamos constituyendo en artífices indispensables de la violencia en el mundo.

Las mujeres somos la bisagra entre el pasado de represión, oscurantismo y odio; y el futuro que deseamos de movilidad, libertad y búsquedas creativas. Somos las mujeres quienes tendremos que comprender la relación directa que hay entre el amor primario y la libertad. Entre la represión del amor y la violencia.

 

Laura Gutman