Hoy las mujeres trabajamos a la par de los hombres, hecho que vivimos con orgullo y satisfacción. Además ninguna mujer está dispuesta a volver al pasado de sometimiento económico, religioso o moral. Nos sentimos libres al gozar por fin de la autonomía largamente merecida. Luego nos felicitamos mutuamente por la victoria de las libertades individuales. Hasta ahí estamos todos de acuerdo.
Quien posiblemente no esté tan de acuerdo sea el bebe recién nacido. Porque como mamífero humano, nació “sin terminar”. Es decir, va a necesitar nueve meses de “embarazo extrauterino” para completar los nueve meses de “embarazo intrauterino”, esperando encontrar la misma calidad de confort, placer, movimientos, alimento, olores, mirada y presencia que experimentó en el vientre de su madre. Este torrente de experiencias agradables podrá recibirlas dentro de un entorno femenino, o más precisamente, dentro de un entorno maternante.
Los bebes recién nacidos no fueron invitados a la fiesta de los tiempos modernos. No tienen voz ni voto en estas decisiones. Y las personas grandes no nos tomamos el trabajo de averiguar qué es lo que ellos -en su especificidad de niños muy pequeños- necesitan: básicamente seguir navegando en la sutileza de la energía materna. Pero hay algo más que permanece oculto en el pensamiento colectivo: la espontánea e íntima escucha de la madre al llamado del recién nacido y la intransferible conexión que cada mujer siente respecto al propio hijo.
Para permitirnos reconocer que la necesidad de permanecer juntos también es nuestra, las mujeres deberíamos sentirnos cuidadas, atendidas, apoyadas y sostenidas. Libertad no es depender de los propios recursos para subsistir. Libertad no es trabajar dobles o triples jornadas. No somos libres cuando somos expulsadas al mundo del trabajo viéndonos obligadas a abandonar a la cría. Eso es lo que nos han hecho creer -y hemos aceptado como cierto- engañadas con la zanahoria de la modernidad. En realidad, sólo somos libres cuando nos otorgamos las posibilidades de vivir a fondo cada etapa de la vida. Y el primer período de la maternidad es una muy especial. Además dura poco tiempo.
Laura Gutman